martes, 16 de abril de 2013

Yeah Yeah Yeahs: Mosquito




Yeah Yeah Yeahs
Mosquito
2013

Hoy salió el cuarto álbum de los Yeah Yeah Yeahs, titulado, hum, Mosquito. Lamentablemente, lo primero que salta a la vista es la horrenda portada del álbum. Y digo lamentable porque el álbum no es, hay que decirlo, horrendo. Los Yeahs han tenido una sólida trayectoria. Su álbum debut, el punk crudo Fever to Tell, es en verdad excelente, y fue de los mejores álbumes de lo que a inicios de la década pasada se llamaba con frecuencia el “regreso del rock” (al menos del rock clásico), aquella era a la que pertenecen los también ya clásicos White Blood Cells y Elephant de The White Stripes e Is This It? de The Strokes. El segundo álbum de los Yeahs, Show Your Bones, dejó un tanto atrás el punk de su antecesor y probó más con el rock clásico de estadio (con nuevos himnos de concierto como “Cheated Hearts”) y, en su magnífica tercera placa, It’s Blitz!, probaron más con el rock pop de sintetizadores y el disco de los ochenta y con baladas verdaderamente conmovedoras. A pesar de sus constantes cambios de estilo, la banda nunca perdió su actitud (subrayo actitud, especialmente de la carismática vocalista Karen O) y su excelente mezcla de rock explosivo y un lado tierno, cuya mejor muestra es, sin duda, “Maps”.
            Cuando escuché la primera muestra en estudio de Mosquito, la excelente “Sacrilege”, pensé que, de nuevo, los Yeahs se movían en nuevos territorios y que tendríamos un genial cuarto álbum. Ni punk, ni rock de estadio ni rock pop de sintetizadores; “Sacrilege” se mueve en el gospel. Lo primero que escuchamos es a Karen O cantando con su voz suave “Fallen for a guy, fell down from the sky”, para irrumpir con sus característicos gritos, “In our bed, in our bed!”. Luego entran los magníficos licks de guitarra de Nick Sinner acompañando al coro de la canción para llegar al clímax con los coros gospel. No es un canto de salvación, sino una oda al pecado original. “Sacrilege” es la “Gimme Shelter” de los Yeahs (claro, no puede haber otra “Gimme Shelter”, pero esto es algo muy cercano).


Sacrilege

A “Sacrilege” le sigue “Subway”, donde los Yeahs también dan un decidido paso hacia delante. La canción es una muy buena continuación de “Sacrilege”: Karen O conduce el tema con unos delicados falsetes, acompañados de las líneas de guitarra de Sinner, al ritmo del galope del metro. Es una de las mejores atmósferas que la banda ha logrado, que transmite la oscuridad y soledad entre las masas que uno puede llegar a sentir en un metro. Pero luego todo cambia. El tema “Mosquito” emula el punk desenfrenado de Fever to Tell, pero no logra ni de cerca la genialidad de temas como “Pin” y “Tick”; por el contrario, después de las excelentes “Sacrilege” y “Subway” suena anacrónica, forzada, un paso atrás. Lo mismo, o cosas peores, puede decirse de “Area 52”. La banda había anunciado un regreso a sus orígenes, pero no todo back to basics resulta afortunado. Otra decepción (aunque menor) es “Buried Alive”: producida por James Murphy (de la lamentablemente extinta LCD Soundsystem), uno se esperaba que explorara un mejor disco-punk, muy digno de LCD y de los propios Yeahs.


Subway

Pero si bien la parte media de Mosquito es irregular (una excepción es “Under the Earth”), hacia el final, los Yeahs parecen tomar la dirección de It’s Blitz! y cierran con tres baladas que hacen que el álbum valga la pena (tal vez exagero, es un buen álbum, pero después de su excelente antecesor, uno se esperaba mucho más). El cambio de ambiente comienza con “Always”, pero alcanza sus mejores momentos con “Despair” y “Wedding Song”. “Despair” es una balada rock que bien podría estar en Show Your Bones; “Wedding Song”, por su parte, es lo más cercano de Mosquito a la conmoción “Maps”: es una tierna balada de piano en donde Karen O le canta a su esposo “You’re the breath that I breathe, the breath that I breathe”. No llega a estallar como “Maps”, pero O y compañía realmente llegan a conmover.



Wedding Song



domingo, 14 de abril de 2013

Jai Paul: Track 2




En el 2011, el músico británico Jai Paul cobró fama por el lanzamiento de un demo que grabó originalmente en el 2007 y comenzó a circular con mayor amplitud en el 2010, “BTSTU”. El tema era, en verdad, intrigante. Un perfecto desconocido comenzaba su debut con un falseto advirtiendo “Don’t fuck with me, don’t fuck with me”, en un ambiente electro-funk repleto de sintetizadores que no dan pista alguna al escucha de a dónde lo van a llevar. No importa, el camino era incierto pero fascinante. Fue hasta el 2012 que pudimos escuchar un poco más, una canción más, del misterioso Jai Paul, la bella “Jasmine”, un R&B también repleto de sintetizadores que muy bien podría estar en el Discovery de Daft Punk junto a temas como “Something About Us”. De nuevo, fue todo lo que tuvimos de Jai Paul.
Hasta ahora.
Justo hoy en la mañana, Jai Paul subió a su página en Bandcamp su álbum debut para descarga gratuita. ¿Título?, aún no lo sabemos. ¿Nombres de las canciones? Tampoco. Bueno, son dieciséis temas, algunos (como “BTSTU”, “Jasmine”, así como el cover de Jennifer Page, “Crush”) los conocemos. Así que el misterio sigue. Pero les recomiendo ampliamente descargar y escuchar el álbum. Por el momento dejo abajo el excelente track 2, que comienza con unas muy rítmicas percusiones sudasiáticas, guitarras funk, lluvias de sintetizadores de videojuegos, un muy buen saxofón que entra de manera inesperada y constantes cambios de voces (incluyendo el bello falsete de Jai Paul y unos coros hindi). Es tan sólo el comienzo del esperado y aún misterioso álbum debut de Jai Paul. Pueden descargar el álbum aquí y escuchar el track 2 abajo:


miércoles, 10 de abril de 2013

James Blake: Overgrown


James Blake
Overgrown
2013

Recuerdo que, hacia finales del 2010, experimenté la sensación, poco común, y ciertamente reforzada por los medios, de que un álbum debut de un artista “nuevo” sea tan, tan esperado. Tal fue el caso del primer álbum del joven británico James Blake. ¿A qué se debía tanta expectativa? A que meses antes Blake había lanzado tres EPs sensacionales y bastante innovadores (The Bells Sketch, CMYK y Klavierwerke), muy en la línea post-dubstep magistralmente representada por Burial, Flying Lotus, entre otros. La manera como el joven inglés mezcló a Kelis y Aaliyah en la magnífica “CMYK”, o como utilizaba el espacio y los silencios en la muy bella pieza “I Only Know (What I Know Now)”, dos temas ya clásicos de esta década, no podían hacer más que generar muy altas expectativas de la opera prima de este talentoso músico británico.
Y bien, James Blake, lanzado a inicios del 2011, no decepcionó, si bien no era lo que los tres EPs anteriores parecían anticipar. Blake le bajó a la experimentación instrumental post-dubstep y, cual cantautor en su piano, escribió más temas vocales, probando más con el R&B y el soul y generando un ambiente muy íntimo, cuando no plenamente solitario, que algunos podrían caracterizar como propio de un “Nick Drake electrónico”.
Si las expectaciones para el primer álbum fueron altas, las del segundo lo son aún más, a pesar de algunos altibajos en los últimos EPs de Blake (Enough Thunder y Love What Happened Here). Hay que recordar que las expectativas también eran muy altas cuando, en pleno 2011, Blake anunció que lanzaría una colaboración con Bon Iver, el artista alternativo estrella de ese año gracias a su genial y hermoso álbum Bon Iver, Bon Iver. El resultado de la colaboración, “Fall Creek Boy Choir”, no fue del todo espectacular como se esperaba, y acaso eso dejó un mal sabor de boca (eso sí, tampoco hay que olvidar que a finales del 2011 lanzó la estupenda “Love What Happened Here” en el EP homónimo).
Cuando a inicios de febrero de este año Blake dio a conocer “Retrograde”, primer sencillo de su segunda placa, Overgrown, de nuevo, estallaron las expectativas. “Retrograde” es un verdadero avance en la trayectoria de Blake. Conserva sus mejores logros vocales (sus lamentos, sus pasajes de voces graves a altas) y de manejo de tiempos y espacios rítmicos. Pero “Retrograde” es más densa, con bajos mucho más cargados, aullidos que, si bien están en un lejano fondo, no por ello son menos potentes. La canción va creciendo con la entrada de los sintetizadores y el poderoso y apasionado soul de Blake llega a un clímax cuando grita “suddenly I’m hit!”.


Retrograde

Pocos días después, el anuncio de la colaboración con ¡Brian Eno! en el tema “Digital Lion” sólo provocó expectativas aún mayores. Y “Digital Lion” también muestra un enorme crecimiento en Blake. De ser un joven prácticamente desconocido entre el 2010 y 2011, después de su álbum debut, y sobre todo para la preparación de Overgrown, Blake se ha codeado con músicos como Björk, Drake, Bon Iver, Kanye West, Joni Mitchell y, desde luego, con el Sr. Eno. Se dice incluso que los dos músicos y experimentadores británicos se reunieron a tomar el té y a escuchar Sam Cooke como parte de los trabajos preparativos de su colaboración. Bueno, la minimalista “Digital Lion” nos remite a la experimentación del EP Klaviwerwerke, pero el protagonista ya no es el piano, sino un potente bajo, unas percusiones galopantes, pesadas, con el característico manejo de espacios y silencios y manipulaciones digitales vocales de Blake, en una atmósfera fantasmagórica que no le pide nada a los mejores trabajos ambientales de Eno.


Digital Lion

Entonces, enormes expectativas. ¿Y bien? En su conjunto, Overgrown no se distingue demasiado de su antecesor. Al igual que James Blake, en este segundo trabajo la melancolía gospel es el ambiente dominante. Resulta una interesante mezcla, no propiamente de géneros musicales, sino de, podríamos decir, inclinaciones musicales: desde los ritmos post-dubstep, el procesamiento digital de voces, la figura del cantautor en piano, estructuras más “convencionales” provenientes del gospel, del R&B y del soul… Acaso, en términos líricos, resulte menos monológico (pensemos en el monólogo “The Wilhelm Scream”), pero la voz de Blake sigue expresándose en lamentos soul y R&B. Asimismo, encontramos unos ligeros toques jazz y hip-hop. Un excelente ejemplo es la canción titulada, justamente, “Overgrown”, que abre el álbum de manera semejante a como lo hace “Unluck” en el álbum debut, con ritmo minimalistas, casi jazz, y los lamentos soul de Blake, como “I don't want to be a star, but a stone on the shore”. Y al igual que sus memorables covers de “Limit To Your Love” (de Feist) y “A Case of You” (de Joni Mitchell), o “Give Me My Month” y “Measurements”, en Overgrown encontramos momentos muy íntimos, y bellos también, en lo que destaca es la voz y el piano de Blake. El primero de ellos es “I Am Sold” (al menos la primera mitad), en donde Blake pareciera hacer un dueto fantasmagórico con él mismo, y, sobre todo, en la más desnuda y acústica “DLM”. Sobre todo, Blake logra hermosos momentos de soul minimalista, con lamentos à la Thom Yorke, como en el cierre “Our Love Comes Back”.


Overgrown

            Pero Blake también prueba otras rutas, aunque, a mi gusto, no con tanto éxito. La más evidente es la experimentación con el hip-hop en “Take a Fall for Me”, donde aparece RZA (de Wu-Tang Clan) como invitado. Yo esperaba (en el sentido de que deseaba) que Blake incursionara en el hip-hop, pero no creo que haya logrado el mejor resultado, más bien, “Take a Fall” resulta una mezcla que no se siente bien ensamblada. Otro caso sin éxito es “Voyeur”, que empieza con un minimalismo muy Blake pero que luego se acelera con una velocidad tecno muy a la Four Tet pero sin lograr la genialidad de este último. Un caso mejor logrado es “Life Round Here”, con un riff de piano acompañado de percusiones electrónicas, sintetizadores ochenteros y un poderoso ambiente R&B que se acerca más a un Usher o un Justin Timberlake.
            En fin. Overgrown puede ser tan bueno como James Blake, y eso, desde luego, es algo magnífico. Es un muy buen álbum y que, considero, cambiará con futuras escuchas. Sin embargo, carece del sentido de novedad que tuvo el álbum debut. Blake nos ha mostrado repetidas veces su capacidad para la experimentación, para el reciclaje, el bricolage, y cómo lograr resultados realmente hermosos. Muy probablemente, si lanza futuros EPs en los próximos meses, serán más experimentales e innovadores y marcarán futuras tendencias. Yo espero que sus próximos LPs retomen los caminos geniales que Blake ha sabido trazar.

(Si te interesó, puedes ver la reseña del álbum debut, James Blake, aquí).

lunes, 8 de abril de 2013

The National: “Demons”




The National, una de las bandas de rock-pop más sólidas de los últimos diez años, está de vuelta. Trouble Will Find Me, el álbum sucesor a su magnífico trabajo del 2010, High Violet, será lanzado el próximo 21 de mayo y esta mañana The National ha dado a conocer el primer adelanto en estudio del álbum: “Demons”. La canción sigue la línea que The National ha venido trabajando en sus últimos álbumes: el sobrio baritono de Matt Berninger, ambientes lentos que van intensificándose estrofa tras estrofa, pero esta vez vienen más cargados con sintetizadores de base y arreglos de cuerdas que sostienen el crescendo de la canción. Con todo, a diferencia de temas como “Fake Empire”, “Terrible Love” o “Afraidof Everyone”, “Demons” no llega a explotar hacia el final, sino que mantiene un cálido balance que no la hace menos intensa que los temas antes mencionados. Y, desde luego, eso es algo muy bueno.
Pueden escuchar la canción y ver el video abajo: 


domingo, 7 de abril de 2013

David Bowie: Station to Station




David Bowie
Station to Station
1976

Las transiciones suelen ser minimizadas. Suelen ser entendidas sólo como puentes de un lugar a otro y, por lo general, lo que importa, no son los puentes, sino los lugares a los que llevan. Station to Station, originalmente lanzado en 1976, es comúnmente concebido como el álbum de transición entre dos momentos geniales de David Bowie: del glam rock de su clásico The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars y el soul-funk de Young Americans, a la brillante experimentación con Brian Eno en su "trilogía de Berlín", encarnada, sobre todo, en su obra maestra Low.
            Por lo anterior, no es raro que Station to Station sea a veces un álbum poco recordado en la prolífica y camaleónica trayectoria de Bowie (ok, con álbumes como Hunky Dory, Aladdin Sane, “Heroes”, Lodger y los arribas citados esto se vuelve algo comprensible…). El propio Bowie declara recordar casi nada del proceso de elaboración de Station. Sí, por los efectos de la cocaína.
            Y bien, no hay razón alguna para el olvido, ni considerarlo como sólo un álbum de transición. Más bien, podríamos ver a Station to Station como un álbum de condensación: condensa, en tan solo seis canciones, los mejores elementos (bueno, mis favoritos) de Bowie, desde la ya mencionada incipiente experimentación con el krautrock de la época (Neu!, Can, Kraftwerk), como se puede apreciar en el épico itinerario introductorio de “Station to Station”, hasta su muy singular dramatismo, como en su magnífica interpretación de “Wild is the Wind”, sin duda una de las canciones más bellas grabadas por Bowie.




Excelente versión en vivo de “Station to Station”


            Station es un álbum oscuro, sí, y rodeado de misticismo en torno a la brujería, el nazismo, Nietzsche y, desde luego, los efectos de la cocaína. Un oscurantismo exaltado por el último personaje de Bowie, el delgado duque blanco (Thin White Duke). Este misticismo oscuro tiene una de sus mejores expresiones en la existencial balada “Word on a Wing”, una especie de oración desesperada y atea que implora por la salvación en alguna “tierra extraña”. Con esta pieza los "años dorados" se convierten en una "era de gran ilusión" que inmediatamente es abandonada en los brillantes giros que Bowie y compañía dan a lo largo de la canción.



“Word on a Wing”


Condensación: experimentación, baladas, oscurantismo y misticismo, sí, pero también momentos muy bailables, como en la irreverente “TVC 15”, dedicada a Iggy Pop; en la pop-soul “Golden Years”; así como en los frenéticos riffs de guitarra funk ejecutados por Carlos Alomar en “Stay”. Acaso no haya otro álbum de Bowie que condense tan bien como éste sus geniales dramas y momentos funk-soul.

Y, por último, está “Wild is the Wind”, escrita por Dimitri Tiomkind y Ned Washington, y que cobró fama por las interpretaciones de Johnny Mathis y Nina Simone. Fue a partir de la versión de Simone que Bowie se inspiró para incluir el tema en Station. El resultado: una hermosa balada de jazz suave con una magnífica y dolorosa interpretación vocal, un tanto a la Sinatra, pero, sobre todo, con el inconfundible dramatismo de Bowie. Empieza como una suave brisa y, sí, deviene en un viento salvaje. Una de sus mejores canciones. Vale la pena escuchar el video abajo:



"Wild is the Wind"